dissabte, de desembre 01, 2007

Lunares

Era un día normal para él. Se había levantado temprano para ir a trabajar. El atasco en las rondas. La Renfe sin funcionar. Los problemas de sus trabajadores, presentados como si fueran el fin del mundo. Es curioso, cada día vivían cerca del fin del mundo, pero al final conseguía salvarlos y permitirles volver a casa...hasta el día siguiente.
Al mediodía, al salir de la dermatóloga donde le habían extraído unos lunares del cuello, comenzó a sentirse extraño. Un raro cosquilleo en la nuca, donde la doctora le había extraído el mayor lunar. Supuso que era efecto de la anestesia y volvió al trabajo.
A la tarde, comenzó a notar miradas extrañas entre sus compañeros de trabajo. Pensó que era por el hecho de la desaparición del lunar que, desde que lo conocían, había llevado en su nuca.
Cuando llegó a casa, cogió un espejo y, a modo de retrovisor, miró su cuello. El horror se apareció en sus ojos. En lugar del lunar, en su nuca ahora había un puerto usb. No había notado cuando le había implantado eso la doctora. Acojonado como estaba, había permanecido, sudoroso y con los ojos cerrados, más atento a no pensar en lo que le hacía la dermatóloga que en lo que realmente le estaba haciendo.
Fue pasando al tiempo y la gente y él mismo comenzaron a encontrar normal esa protuberancia que llevaba en la nuca. Sólo los extraños, en la calle, cuando paseaba en verano o en invierno sin bufanda, se alarmaban del usb incrustado en su cuello. Hasta que un día, su jefe le dijo "debes guardar estos datos en tu cabeza, siempre los debes tener presentes". La idea se le apareció en su mente, pero la lógica le hacía descartarla. Con esa idea en el aire, sus noches se volvieron de insomnio y paseos alrededor de su cubículo de 20 m^2 para intentar conciliar el sueño. Hasta que volviendo a casa con dos Havana Club más de la cuenta, encontró el valor para probarlo. Se agachó a la torre de su pc y conectó su nuca en el puerto usb. Un xoc eléctrico lo paralizó. Comenzó a ver los datos almacenados en su ordenador, todos los archivos. Comenzó a copiarlos en su cabeza.
En una semana, los conocimientos que poseía de la actividad de su empresa, de marketing, de economía, de finanzas, de política, de música, de libros, de pilotar aviones, de teatro, etc eran unas 1000 veces superiores a cualquier mortal. Y eso, para su fortuna, no pasó desapercibido para sus jefes. Al cabo de un mes, había ascendido a director de departamento. Su ambición no tenía, ahora literalmente, fronteras. Podía llegar hasta donde su mente fuera capaz de memorizar.
En dos años, su nombre y su cara aparecían en portada de la revista Times y Forbes lo situaba entre los 100 hombres más poderosos del mundo.
Sin embargo al tercer año, murió. La policia, después de una profunda investigación, no logró deducir qué había provocado su muerte.
La dermatóloga, que tres años antes había incorporado un usb a ese idiota que ahora aparecía en todas partes, respiró aliviada. El curso de creación de virus informáticos que había estado cursando el último año había sido un éxito

2 comentaris:

MeTis ha dit...

ostras¡¡ joo que cague. por si acaso ya no voy al ginecologo.

petons

Joana ha dit...

No et pots fiar de cap metge! ;)