Decía Mark Twain que siempre que te descubras en el lado de la mayoría, es hora de ponerse a reflexionar.
Agradeceros vuestra presencia esta tarde en el seminario “La paradoja de la riqueza”. Antes de empezar, vamos a conocernos un poco mejor. Poneros de pie y tratad de hacer un círculo. Me gustaría que me dijerais cuántos de vosotros estáis en situación de búsqueda activa de empleo. Y cuántos estáis empleados por cuenta ajena? El resto asumo que estáis como autónomos. ¿Cuántos de vosotros trabajais en marketing? ¿Y en jurídica? ¿Y en informática? ¿Y en ventas? ¿Y cuántos trabajais 8h o más al día? ¿Y cuántos de lunes a viernes o de lunes a sábado? Y no os parece extraño que teniendo los presentes ocupaciones tan dispares, distintas formaciones y distintas nacionalidades, trabajemos todos 8h o más al día?
Todo tiene su origen en 1886 en la Revuelta de Haymarket, que implicó el reparto del día en 3 bloques de 8h: 8 para dormir, 8 para trabajar y 8 para la casa. Fueron protestas que en Chicago, la ciudad más industrializada de Estados Unidos duraron varios días y que trajeron consigo la condena de cinco personas, en su mayoría extranjeros.
Sin embargo, no he podido descubrir quien fue el personaje que obvió lo de “máximo” y se le ocurrió que un ingeniero espacial debe trabajar 8h al igual que un barrendero, una secretaria de dirección, un director de división o un profesor de idiomas. Y por supuesto, aún menos a los que no definieron la jornada laboral del Presidente del Gobierno…¿trabajará 8h al día o más?
Mi propósito hoy es abriros los ojos ante esta realidad. ¿Por qué todos trabajamos 8h o más al día? Que nos diferencia de Steve Jobs? Ok, era un genio y creó el iphone, el ipad, el ipod, Pixar, etc. Y de Haim i Lori? Ellos sólo han creado un mate de yoga llamado square 36! Y de Emilio Bellvis? Éste no lo sabeis eh? Es el inventor del mocho. Pues la principal diferencia que tenemos con ellos es que ellos no tenían por qué trabajar 8h al día. Habían resuelto la paradoja de la riqueza. Y quiero que hoy la descubrais vosotros y retengais esta información.
Para ello espero que hoy ntendais y recuerdeis qué es el contrario de felicidad. Y que a partir de aquí os respondáis a una serie de preguntas que formularemos y que espero os inviten a realizar una reflexión personal. Y así descubriréis que poco a poco vais alcanzando vuestra meta cuando empecéis a reflexionar sobre vuestra vida, vuestros objetivos y encontréis la forma de dedicaros a vuestra felicidad y que ella os resuelva el enigma a nivel práctico. ¿Qué enigma? La paradoja de la riqueza.
Os propongo un acertijo para descubrirlo. ¿Quién es más rico, un gestor de inversiones que gana 600.000€ o un diseñador de página web que gana 100.000€ al año? Y si ahora os digo que el gestor de banca trabaja 1900 horas al año y el diseñador 190, quién es más rico? Si habéis elegido el diseñador, habéis resuelto de forma efectiva la paradoja de la riqueza. Si miráis en valor absoluto, el gestor sextuplica las ganancias del diseñador, pero sin embargo el diseñador cobra 516€/h mientras que el gestor lo hace a 315€/h. Esto permite al diseñador de disponer de la verdadera riqueza: la libertad de escoger. El diseñador puede dedicar esas horas libres a hacer lo que desee. A ganar más dinero si pretende pagarse lujos o bien dedicarse a las cosas que realmente importan: hacer cosas que nos hagan feliz. En cambio el gestor tiene menos libertad de elegir lo que quiere hacer, por lo que ese dinero sólo le sirve para pagarse lujos que seguramente no tendrá tiempo de disfrutar. En este caso, como decía Saint-Exupery, la perfección no es tener más que añadir, sino nada que eliminar.
Pero, ¿Qué es la felicidad? ¿Y qué es el contrario de felicidad?. Os diré que la felicidad puede lograrse al comprar una botella de vino y, de tanto usarlo, el término se ha vuelto difuso. Sin embargo, qué es lo contrario de la felicidad…¿la tristeza?No, eso son dos caras de la misma moneda. Por qué sino lloramos de felicidad? Lo contrario de la felicidad es el aburrimiento, y por lo tanto, la ilusión es el sinónimo llevado a la práctica de la felicidad.
Y qué es lo que nos separó del camino de la felicidad? Preguntarnos qué queremos… ¿Cuántos de vosotros queríais ser astronautas, bomberos, policías o pilotos de una nave espacial? Seguramente cuando éramos pequeños nuestros padres nos reían eso y nos decían que “seríamos” lo que quisiéramos ser. Es normal, era algo inocente! Era como decirnos que Papa Noel vivía en mitad del ártico rodeado de osos blancos y vestido alegremente con una visible ropa roja. Sin embargo, cuando a los 17 años decíamos que queríamos montar un circo o ser actor estos mismos padres nos desanimaban diciendo que pensáramos en lo que queríamos tener (como decía aquel cubano del documental Balseros, “tener, lo que todo el mundo quiere tener. Un carro, una casa…una buena mujer”) y que para ello debíamos escoger una profesión que nos permitiera ganar ese dinero. Y así cada año el sistema educativo crea grandes masas de abogados, médicos, profesores, ingenieros, etc. Que se adaptaran al sistema de 8h o más al día, tendrán hijos y los educarán de forma clónica. A corregir las debilidades en lugar de potenciar las fortalezas.
Así que, antes esta situación, lo que debemos hacer es formular la respuesta correcta, la que nos permita volar sin alas ni motor. En lugar de “¿Qué quiero hacer?” o “¿Qué debo hacer?”, preguntaros “¿Qué me hace ilusión?”
Y una vez definido, empezad a pensar en cómo poder conseguir lo que os hace ilusión, qué necesitáis y qué es lo peor que os puede pasar. Seguramente sentiréis miedo y pensaréis que lo que os digo es irrealista. Pero me gustaría que os preguntarais de qué manera ser realista ha impedido que obtengáis lo que queréis en la vida. De qué forma se ha traducido el hacer lo que se debe en aburrimiento y frustación? Y preguntaros, que sacrificaréis por seguir haciendo lo que hasta ahora durante 20 o 30 años más?
El miedo es algo que hay que ir transformando para que no nos evite pasar a la acción. Porque, como decía Benjamin Franklin, a veces la acción no trae consigo la felicidad, pero no hay felicidad sin acción.
Por tanto, una vez que sepáis qué os hace ilusión, que necesitáis para lorgrarlo, qué es lo peor que os puede pasar, cómo podéis volver atrás y seguir vuestro camino hacia un BMW serie 1 y problemas de colesterol, preguntaros qué estáis dejando de hacer por miedo? Y qué desgaste físico y mental estáis sufriendo por retrasar pasar a la acción?
En resumen, ahora que habéis descubierto la paradoja de la riqueza y habéis entendido en qué consiste la felicidad, añadid lo siguiente a las preguntas formuladas: un cálculo del dinero mensual que deberiáis ingresar para hacer todo lo que os hace ilusión y un plan de acción para los próximos 6 meses y 1 año. Y finalmente escribid una pregunta más…¿a qué estáis esperando?