Libre?

Se retira, según dice, el penúltimo icono de la Revolución (Sierra Maestra permanece en pie), convertido con el paso en el retrato de aquellos contra los que empuñó el arma. En el camino quedan el Che y tantos otros que compartieron ideales y determinación entre el fango y la lluvia.

No fumo, pero estoy por encender un habano e imitar a aquella abuela de las gafas y el puro kilométrico.

Miro la isla en el tiempo. De ser el salón de baile de América se ha convertido en un pozo de mesclas, de pobresa e ilusión, de pureza y putrefacción. Huye la gente pobre con lo que puede en busca de El Dorado (como los africanos en el Estrecho). Mueren los músicos que han puesto el nombre de Cuba en los labios de amantes de la música de todo el mundo. Pervive la prostitución que, a bajos precios y cuerpos de alto voltaje, han situado el nombre de la isla en la boca y el pene de tantos pederastas y clientes del alquiler de la carne.

Y mientrastanto, a ritmo del viejo son, bailando esa salsa llena de sabor, sigue Cuba navegando inestable entre el mar de dudas que se abre con la pregunta, ¿y ahora qué? Cuba, libre?