Era una noche de lluvia.
Sentado en la primera fila, la gente se iba agrupando a mis lados.
Su imagen presidía la sala. Miguel Angá Díaz. Se fue de viaje el pasado agosto, pero sus amigos le rindieron homenaje en el Auditori.
Empezaron con una mezcla percusiva que enseguida se tornó en una fusión brasilero-cubana. Miembros de Echu Mingua y Proyecto Brasil. Se abría el concierto.
La cantante comenzó a pedir Misericordia al Divino...no la necesitaban, estaban todos absueltos de pecado.
Después para animar a aquellos que no estan marcando el tempo con el pie y poniendo su ritmo percusivo a la música, canciones a capella con cuatro voces femeninas a las que, sorpresa, se unió la alegría y torrente de voz de Lucrecia.
Cuando el público ya estaba caliente, apareció el maestro Chano Dominguez y el dsescubrimiento de la noche, el percusionista cubano que tocava hasta con los tenedores de plástico del bar. Sencillamente impresionante. Qué grácia ver al Chano de pie ante el piano disfrutando de la percusión. Y Llibert Fortuny acompañando.
Se fue el Chano y entro Omar Sousa...para introducir la nota más africana de la noche, como un regreso a las raíces...de las cuales surgió Baba Sissoko para introducir a Echu Mingua, uno de los últimos proyectos de Angá. Sustituyendo a Angá el percusionista cubano, ya convertido en ídolo de masas (de unos por lo bien que tocava...de otras por sus dotes físicas).
Ya por último, sin que el ritmo parará una orquestra en la que además de una extraordinaria sección de vientos, contava con un bateria que transmitía pasión y ganas de bailar cuando introducía la campana de bongoe al ritmo.
Como no podía ser de otra forma, acabaron (casi) todos en el escenario, tocando juntos, haciendo relevos en el piano y pasandose el papel protagonista de un instrumento a otro.
El público acabó de pie.
Yo acabé entusiasmado.
No fue un concierto, fue un juego entre músicos, con guiños musicales y con la suerte y satisfacción de contar con un público entregado después de las dotes seductoras de las cantantes a capella.
Como dice Lucrecia... Aguaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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